Admiro mucho el arte figurativo pero, lo que más me atrae son las geometrías y el cromatismo del arte abstracto, las composiciones de formas y colores que parecen mezclados sin pensar. Todo tiene un porqué, hasta la obra más sencilla, requiere de un planteamiento a veces arduo complicado.

Mi trabajo requiere de mucha mucha paciencia. Un soporte, una regla, un lápiz y una calculadora es lo que necesito para empezar a dar forma a mis proyectos. Empiezo a pintar por el color que más destacaba en lo que vi, me gustó e inspiró. Y a partir de éste empieza la fiesta y las matemáticas. 

Fiesta, porque mezclar colores es un placer, crear mis propios pantones, descubrir tonalidades, ver contrastes, ordenarlos, jugar con ellos, es francamente divertido.

Las matemáticas están presentes durante todo el proceso creativo. No me puedo descontar; mismo número de espacios por color, tantos por columna, tanto menos tonos claros, patrones o secuencias, cantidad que necesito, etc, etc.

Pueden parecer obsesivos mis “oxandes*” pero trabajar con ellos me abstrae del mundo real, quizá algún día me suelte y me olvide de las geometrías pero aquí estoy disfrutando con lo que hago. A mi manera intento transmitir lo que capto en mis viajes, las cosas que percibo, los colores, los tactos, las formas y aunque parezca pretencioso los pensamientos, sensaciones, sentimientos y emociones.